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Niños en la cocina

La mayoría de los cocineros guardan en su memoria a las personas que les han influenciado en su gusto por la preparación de alimentos. En algunos casos, familiares cercanos como abuelas o padres, son los que normalmente generan muchas expectativas en los pequeños que desean imitarles y poder realizar esos brebajes mágicos que burbujean dentro de las ollas en las cocinas.

Sabemos que los niños son muy influenciables y cual esponja todo lo absorben, ya sea bueno o malo. Pero hoy por hoy asistimos a un fenómeno me atrevo a decir, nunca antes visto, donde niños muy precoces nos dejan asombrados y muchas veces dudamos que sea real lo que estamos viendo.

La televisión emite programas de competencias culinarias donde los participantes son niños, y ahí vemos chiquitos de ocho, nueve, diez años, elaborando platos de alta cocina, de cocina molecular o usando técnicas que en los mismos programas pero donde los participantes son adultos, no dominan tan bien como ellos.



Vaya, niños que cocinan hubo y habrá en todas las épocas, ya sea por gusto o en la mayoría de los casos por necesidad, pero, ¡no a ese nivel! Muchas veces sus pequeñas manos no pueden sostener los grandes cuchillos pero se las ingenian para hacer cosas que muchos quisieran poder hacer.

Hay ejemplos notables de chicos que empezaron muy pronto a cocinar de manera profesional, ya sea en los medios de comunicación o en restaurantes, tal el caso del chef venezolano Omar Pereney, que a los doce, trece años podíamos verle haciendo comida venezolana en el canal El gourmet, hace algunos años. Obviamente Omar creció y se convirtió en un referente de profesionalismo que ha recorrido América compartiendo su arte.

Tuvo su oportunidad y supo tomarla, hoy Omar reside en los Estados Unidos donde trabaja con mucho éxito.



Tal vez el caso más notable es el caso del chef estadounidense Flynn McGarry. Considerado un joven prodigio dentro de la gastronomía, tuvo las oportunidades de trabajar nada menos que en los restaurantes Alinea y Eleven Madison Park, considerados en el año 2018 número 1 y 21 según la lista The World’s 50 Best Restaurants.

Un niño al que sus padres no permitían ver caricaturas así que veían en familia programas de cocina. Es fascinante como una buena decisión paterna puede marcar tanto el futuro de un hijo, para bien. Hoy con 21 años, Flynn tiene su propio restaurante, Gem, en Nueva York, algo que la mayoría de los chefs jamás tendremos, pero éste genio lo ha logrado por mérito absolutamente propio.



Joan Roca es otro ejemplo de precocidad. El sabía desde pequeño que quería cocinar. Sabemos que hoy junto a sus hermanos tienen uno de los mejores restaurantes del mundo, El Celler de Can Roca.

Muchas veces mis estudiantes me han preguntado si el cocinero se nace o se hace. Mi invariable respuesta es que existen los dos casos, cómo en todas las profesiones. Hay casos que muestran desde muy temprano cierta tendencia a desempeñar ciertas labores con mucha pasión y facilidad y otros cosas en que puedes tomarle el gusto ya mayor, pero lo más importante es que lo hagas cuando lo hagas , lo hagas bien , lo mejor que puedas.

La cocina no es ni para melindrosos ni para flojos. La cocina es un compromiso adquirido con alguien que va a pagar por lo que haces. Y esto merece el mayor de los respetos.

O quizás no pague, porque no tiene, porque no puede y tú decidas hacerlo en forma completamente desinteresada como veíamos en nuestra nota anterior, aún así, sigue siendo tu profesión, lo que elegiste hacer, y ello te dignifica o te hunde. Tú eliges.

Creo que muchas veces los adultos no queremos dejar que nuestros niños entren en la cocina por temor al caos. Es normal, pero quizás sería algo que debiéramos reconsiderar, ya que quizás tenemos un prodigio en casa y lo ignoramos.



De pequeños de una forma u otra todos hemos “cocinado”, hemos tenidos nuestras ollitas y esfufitas sobre todo las niñas, y en caso de tener hermanos o amiguitos varones ellos también han participado de éstos juegos.

Es realmente importante que el ser humano se sienta motivado en lo que le gusta hacer, desde los primeros años de vida. Si bien es cierto que los chiquitos cambian mucho de opinión sobre esto, pues un día quieren ser doctores, al siguiente día bomberos, al siguiente peluquero, y luego maestros, pero llega un punto en que ya no hay retorno y la vocación se vuelve parte fundamental de la personalidad.

Muchas veces me he topado con gente para la cual la gastronomía es su segunda carrera, pues su familia no consideraba “seria” dicha profesión y bajo presión, los jóvenes deben estudiar lo que sus padres quieren que estudien. Y puede convertirse en una situación muy frustrante, ya que si bien logran graduarse no es algo que quieran hacer el resto de sus vidas.

Para bien de muchos ésta situación va cambiando y los chicos pueden acceder a formarse en las escuelas de cocina sin que su familia piense que es una carrera para perdedores.

Niños en la cocina claro que si, bajo supervisión de un adulto, enseñándoles el respeto por el fuego, el cuidado con utensilios cortantes, reglas básicas de orden y limpieza y sobre todo que no todo es comestible, ¡por más bonito que sea a la vista!.



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