top of page
Foto del escritorRedacción

¡A COMER!


WWW.GASTRONOVO.MX

Cuántas veces hemos escuchado esa expresión, ¿verdad? Nadie queda indiferente cuando oímos a nuestra madre o abuela llamarnos a la mesa, y seguramente en el trayecto que nos separa desde donde estamos hasta el comedor o la cocina ya nos vamos saboreando e imaginando con qué seremos sorprendidos ese día.



Es parte de la rutina maravillosa de recibir alimento de parte de manos conocidas, manos que han trabajado arduamente para que recibamos un plato digno y confortable.

¿Te has puesto a pensar alguna vez, en que hay personas que no tienen la oportunidad de tener el privilegio que es comer un plato caliente, rico y apetecible? Pues hay muchos que viven en esa recurrente y triste realidad cada día y deben apelar a la buena voluntad, o a las sobras que recogen en los botes de basura, o no comer nada directamente.

La buena noticia es que alguien se acordó de ellos, nada más y nada menos que el hombre que es considerado como uno de los mejores cocineros del mundo y su restaurante como un emblema de calidad a lo mejor de lo mejor; Mássimo Bottura se llama el cocinero, y su restaurante, Ostería Francescana, de Módena, Italia.

Yo tengo cierto apego afectivo a la cocina italiana, tal vez por haber nacido en un país donde comer comida italiana es parte de nuestras costumbres, o porque en mi familia ha habido varios italianos inmigrantes, que se convirtieron en parte visceral de nuestro gusto por la buena mesa, el buen vino, la artesanía culinaria bien entendida desde hacer el vino hasta hacer la pasta.

Por ello quiero manifestar mi sentir respecto de éste emprendimiento tan loable de Bottura, y promover de algún modo, desde nuestro espacio, la factibilidad de hacer las cosas bien y desinteresadamente cuando se quiere y cuando deja uno de verse como el ser humano más importante de éste viejo planeta y posa sus ojos en otros, tan necesitados y tan desarraigados de cosas tan básicas como lo es comer.

Los comedores de Bottura, llamados Refettorios, lugares donde se cocina para un aproximado de 60 a 100 comensales sin recursos económicos, por día, se sustentan con convenios con empresas que básicamente donan toda la mercadería que ya no tiene posibilidad de venta, a éstos comedores populares.


.

Esto me hace pensar, ¿porque ya no se pueden vender esos productos? Por la sencilla razón de que hemos caído en un espiral sin retorno donde si una fruta tiene una manchita o una lechuga una hojita un poco arrugada ya no la compraremos, sin darnos cuenta que sigue estando tan buena y tan comestible como si no tuvieran esos llamémosle defectos.

¿Se dan cuenta que ésta situación no sólo aplica para los alimentos? A veces cuando hay ofertas determinadas de trabajo, donde la apostura no tiene nada que ver con la labor a desempeñar, pero sin embargo en los avisos vemos derrochar exigencias sobre la altura, la edad, la buena presencia, lo mismo sucede con la comida…

Pero Bottura aprovechó ésta trivialidad para favorecer a los que menos tienen. Los platos que preparan son deliciosos y estoy más que segura que muchos quisiéramos probarlos.

La idea es poner refettorios en todo el mundo, por ahora, hay en Italia, Río de Janeiro, Londres y París, y pronto en la ciudad de Mérida, México. Mérida es una ciudad donde no se ven con demasiada frecuencia personas indigentes. No digo que no los haya, digo que no se ven asiduamente.


.

Entonces ¿por qué Bottura quiere un refettorio aquí? El y su familia visitaron ésta ciudad hace muy poco tiempo y quedó completamente enamorado de ella. Y cuando uno se enamora quiere hacerle bien al objeto de su amor, ¿verdad? Mérida será sin dudas la plataforma para que en México hayan más de éstos lugares, Mérida es una ciudad de enormes posibilidades, donde la gastronomía propia y ajena hace y deshace con una soltura increíble, dándole a todos lo que desean comer.

Si Bottura quiere que sea en Mérida, ¡pues que sea! Sin dudas habrá muchas bocas, estómagos y corazones agradecidos ante éste gesto de amor del mejor de todos.


.

Por que compartir es un raro don en nuestros días.

Otros han seguido su ejemplo, el peruano Gastón Acurio y el reconocido chef español Karlos Arguiñano, están abriendo comedores infantiles donde sirven desayunos a los niños peruanos, país de Acurio.

O sea, ¡si se puede ayudar sin lucrar! ¡Si se puede echar una mano a quien no tiene nada! No hay mayor felicidad que ver la cara de alguien que no esperando nada obtiene una muestra de otro ser humano que lo dignifica, sin, de ninguna manera, hacerlo sentir miserable.

Imitemos, no estaría de más.


.



520 visualizaciones0 comentarios

Comments


bottom of page